Me hace tanta gracia la frase esa de: “No te hablo todos los
días para no agobiarte”.
No es necesario preguntar para hablarte. Queremos que nos
hablen de cualquier cosa, de una canción que supuestamente has descubierto pero
llevas meses escuchándola, de una película sea buena o mala, de cualquier cosa que
no te interesa ahora mismo pero te evade por unos minutos.
No creo que la gente se ahorre el hablarte para no
agobiarte, creo que las personas somos egoístas por naturaleza. En nuestro
interior no queremos preguntar, no queremos pasar el mal trago de escuchar algo
que en realidad no queremos, porque no sabemos cómo animar, como aconsejar o
que decir, o directamente porque no nos importa. Son miles de pensamientos y
sensaciones para cada persona.
“No sabemos cómo
reaccionar”
Pues bien, creo que
la mejor forma de reaccionar es con la mayor naturalidad del mundo, aunque sepamos
que de natural tiene más bien poco.
Bastante duros son los problemas de uno propio, para que a
quien se lo cuentes te trate o te mire con cara de todo va a salir mal,
queremos personas fuertes a nuestro lado, personas que nos lleven a ver la
esperanza que perdemos cada cinco segundos.
Esto es una cadena,
con que un eslabón se debilite todo cae. Si yo soy fuerte, tú tienes que ser
fuerte. Y si yo no lo soy, tú tienes que serlo por los dos.
Ahora bien, vamos a basarnos en todo lo anterior. ¿Realmente
se preocupan por ti por preguntarte una vez a la semana? No lo sabes, pero al
menos se han preocupado.
A veces, no lo niego, soy egoísta, no lo veo suficiente. Estamos
hablando de hablar, ya nos gustaría a los que realmente lo estamos pasando mal,
que alguien tuviera tanto interés, tanta preocupación por ti, como para coger
un día, dos y venir a estar contigo, sin que se lo pidas, a sacarte a tomar un café o que le enseñes algo
de lo que no tiene interés. Por experiencia sé que es lo mejor que te puede
pasar en toda la semana. Que no sabes cómo agradecerle a esa persona que piensa
que no ha hecho nada, el cómo te ha hecho sentir en un día.
¿Realmente eso te llena? Pues no, no te llena. Nada
realmente te llena, ni aunque estuvieran todo el día contigo, ni aunque te
hablaran todos los días llenarían el vacío, la parte incompleta de ti.
¿Pero es esa una excusa para no intentarlo?
Hay días en los que te hubiese gustado no haber encendido el
teléfono, hay otros en los que te preguntas si alguien hoy habrá pensado en ti.
No lo niego, es
horrible coger el teléfono y mirar miles de conversaciones que versan sobre lo mismo. No lo niego, es horrible
estar bien por unos segundos y que te recuerden
tus problemas.
Pero es que no necesitamos que las personas nos pregunten
por algo que ya saben cuál es la respuesta para que ellas sientan que ya han hecho
la labor del día y ya han cumplido como personas, necesitamos gente que nos
evada de esas respuestas que no queremos dar.
Por eso mismo, repito, no es necesario preguntar para
hablar.
Si quieres hablar de tus problemas con alguien no es
necesario que te pregunte por ellos, si quieres contarle lo bien que te ha ido el
día a alguien no es necesario que te hable de ello, para lo bueno o para lo
malo siempre encontramos sitio, la clave no está en preguntar directamente por
un problema o por un logro, la clave está en hablar.
Cuando una persona te abre su corazón, cuando te está
contando lo mal que le ha ido el día porque se le ha escapado el autobús o lo
bien que le ha ido hoy con aquel chico que conoció, y no le has preguntado por
ello, te sientes algo mejor, por un momento tus problemas desaparecen. Y si en
ese momento quieres hablar de tus problemas, hablaras, no porque te haya preguntado
por ellos, sino porque se ha molestado en contarte lo aburrida o apasionante
que es su vida.
Lo que quiero decir
es realmente sencillo, si te preocupa de verdad una persona, si piensas en cómo
estará, en que quisieras estar a su lado, no es necesario que lo hagas
directamente, simplemente con abrir un tema de conversación adverso lo notaras en
su forma de hablar, de contestar o en si se ríe con las tonterías de siempre.
No necesita hablar de
lo mismo todos los días únicamente necesita hablar.
Hacemos más hablando que preguntando.
Evadirse de los problemas es lo que buscamos.
Beatriz Galdeano.